Una voz histórica (como decía Gabo Ferro) que abre la herida para ver por donde no debería
seguir siendo pero al mismo tiempo limpia, cura y acaricia dejando la huella de una cicatriz como testimonio de vida.
Estos encuentros sonoros están anclados en un repertorio predominantemente folclórico; argentino y latinoamericano pero deja una puerta abierta a la canción degenerada, libre de formas pues para ella no es vital la estructura, la “cáscara” de la canción sino la urgencia del mensaje que la contiene.