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Juventud, divino tesoro


Ni el viento ni la lluvia ni la humedad logran retener a Lux lejos de las pistas. Mezcladx entre la crème de la crème del underground ochentoso, nuestrx cronista pasó el chubasco tratando de develar cómo es que hay gente que nunca envejece. Es que a la noche, concluye, todxs lxs gatxs son del color que se les da la gana.

Tormenta. Viento frío. Sol. Llueve otra vez. Humedad. Fresco. Calor. Los cuatro climas y todas sus variantes en un mismo sábado en la ciudad de la furia temporal: Buenos Aires en verano cada vez está más zarpada meteorológicamente. Y yo, como casi todo el mundo, cansadx de esperar que se componga, ni bien la luna mostró sus dientes salí a buscar calor humano, nada de regalarle otro sábado al chat. Chequeo agenda mental: ya sé, Casa Brandon, porque aunque llueva o no, siempre hay arco iris. Y justo había también un recital de Divina Gloria, que siempre me hace tocar el cielo con las manos. Además, ya saben, ella le puso la mejor letra al verano porteño en los gloriosos ’80: “Qué calor, qué calor, desnuditos está mejor. Qué calor, qué calor, sin ropita es mejor”.

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